martes, 29 de enero de 2013

¿Un polvo o un café?

- Demasiado directa.

Así, con dos palabras, ha resumido Jorge mi historia con Santi. (Los nombres en este blog, por supuesto, son falsos: no me apetece que mi entorno directo se entere de lo que cuento por aquí. Y ahora, sigamos)

Santi (nombre falso, recuerden) es un compañero de la discográfica. Vive en Valencia, pero le han hecho un macrocontrato impresionante -es uno de esos fichajes estrella que las empresas no se molestan en explicarle a nadie- y vive de lunes a jueves en un apartamento muy cerca de mi casa. Los viernes coge el AVE y se marcha a ver a su mujer, con la que tiene tres -sí, tres- hijos de diferentes y divertidísimas edades (12, 13 y 15: todo un festival adolescente).

A mí, Santi me atrae desde que lo conozco. No es que me vuelva loca, pero como tampoco tengo mucho hombre en el que fijarme en mi entorno más cercano, admito que este, al menos, se sale de la media. Ni es rancio, como la mayoría de mis compañeros de trabajo; ni es gay, como la mayoría de los artistas con los que trabajo; ni es alguien conocido por mi pareja, como todo nuestro entorno de amigos. No, este es un tipo de mi edad, interesante y que se cuida -canoso, uno ochenta, con los ojos muy verdes-, uno de esos tíos que -pensé- podría ser un estupendo follamigo.

- Vas muy rápido, Gaby.

Me jode que Jorge me hable así. Él, que se pasa el día enganchado al puto Grindr -si no saben lo que es, dejen su duda en comentarios y se lo explico en el próximo post: yo tampoco lo conocía hasta que Jorge me habló de él. Pues eso, que fue Jorge, que lleva años follándose a cuanto tío le apetece, quien me decía que yo iba muy deprisa. ¿Y por qué no? ¿No se supone que estamos todos en una sociedad moderna, y liberada, y abierta, y sin prejuicios, y....?

Podría poner más adjetivos, sí, pero me temo que serían todos falsos. Porque después del tonteo con Santi durante semanas -que si un email por aquí, que si un whatsapp por allá, que si un guiño en la máquina del café-, me decidí a lanzarme. Podría haber hecho lo de siempre -esperar a que fuera él quien hiciera algo o, peor aún, cansarme de esperar para comprobar que este tampoco se atrevía a hacerme nada-, pero esta vez he preferido probar suerte y dar el primer paso. Total, él está como yo: casado (lo de "felizmente" me lo ahorro) y con hijos. No creo que tenga ganas de complicarse más la vida, ni de meterse en una historia paralela. Yo no quiero historias paralelas. Yo quiero polvos coincidentes. Y lo nuestro era fácil: vivimos cerca, así que podíamos encontrar un momento en medio de la tarde para follar a gusto.

- Hablas como una camionera, cielo.

Y eso lo dice Jorge, el mismo que dice unas barbaridades alucinantes sobre sí mismo cuando liga en el dichoso Grindr (vale, prometido, el próximo día se lo explico). Pero no le gusta cuando lo digo yo. Porque dice que parezco una tía que habla como un tío (¿el vocabulario sexual es exclusivo de los hombres?, hay que joderse) y que debería controlarme un poco más. Y fingir mucho más. 

- Ya finjo bastantes horas en mi trabajo, cariño. Y en mi matrimonio. No quiero tener un amante para seguir fingiendo más.

Ahí Jorge asiente, claro, porque llevo razón. Así que, supongo que envalentonada por esta instructiva charla, decido mandarle un whatsapp a Santi:

"Qtal la tarde, Santi?"
"Bien... Y tú?"
"Aburrida"
"Por el trabajo?"
"Por lo que me espera fuera!
"Y q te espera?"
"Nada. Leo se va con el crío al cine"
"Y tú no?"
"Yo prefiero un rato para mí..."
"Y q vas a hacer?"
Lanzado, lo que se dice lanzado, no es.
"No sé... Alguna sugerencia?"
Ahí era cuando esperaba su reacción. Su movimiento definitivo. Su...
"Un café?"
Mierda. Un café... Dos meses tonteando. Le digo que estoy sola toda la tarde y él me ofrece ¡un café!
"Y así charlamos"
¿Charlamos? Ya charlamos bastantes horas en la oficina. No quiero charlar más. No quiero hablar de nada. Solo quiero que me meta en su cama. Que pasemos un buen rato juntos. Que destroce mis sábanas.
"Podemos saltarnos el café."
"Y por qué otra cosa lo cambiamos?"
"Por un buen polvo?"
Se supone que debería haber sonado excitante y morboso. Pero no ha sido así.
"Gaby, yo..."
Ahí ha estado escribiendo y borrando un buen rato.
"Mejor lo dejamos. Creo q te he dado una impresión equivocada"
Y sí, él me ha dado una impresión muy equivocada. Creí que era un tío con carácter y ha resultado ser un mediocre más. 

- Demasiado directa.

Puede que Jorge tenga razón en eso. Pero no pienso dársela. Porque estoy harta de morderme la lengua para que ellos se crean siempre que tienen el control. Y porque, además, no quiero quedar con hombres para tomar café. Quiero quedar con ellos para que se limiten a hacerme el amor. El café ya lo tomo, cuando quiero y me apetece, con mis amigas.

3 comentarios:

Gaby Draper dijo...

Eso pensaba yo... Lástima que para algunos no esté tan claro

Profelga dijo...

Me sigue resultando todo taaaaaaaaaaan familiar. Empezando por el Grindr que, por supuestísimo, no sólo sé lo que es, sino que tengo que verme los perfiles que me enseñan y los habitantes que lo pueblan en 2km a la redonda (¿ése es el radio de acción, no?) No hay como tener varios amigos y compañeros de "condición" (condición...sine qua non)
El tema del polvo que se le ofrece al amigo (pongamos que una amiga) así sin preámbulos y éste se cae de la silla en la que está sentado, me daría para una entrada propia... Y no quiero quitarte protagonismo, Gaby.
Si quieres quedamos tú y yo, por supuesto para café, y nos lo contamos entre gin-tonics (mejor que cafés, ¿no?)

Gaby Draper dijo...

Profelga, te tomo la palabra. ¿Cuándo nos vemos? :-)